El artículo “¿Dónde me trajiste?” de Federico Baeza sobre “Proyecto La Mansión” es el punto de partida para el nombre de una nueva muestra que en esta oportunidad presentan en forma conjunta Dolard, Nicora y Rota. ¿Adónde me trajiste? suena menos acartonado y tiene el tono adecuado como para el cierre de este proyecto. Este título más allá de lo que suponemos pueda resonar a los visitantes-expectadores de la casa, también produce en los productores-anfitriones una nueva reflexión sobre el camino recorrido durante el 2009 y acerca de las marcas y señalamientos inevitables que conlleva una experiencia tan reveladora.
El “Proyecto La Mansión” como parte de la clínica de análisis de obra permitió la puesta en práctica de las producciones conceptuales y materiales. Cada uno de los artistas enfrentó en el marco del proyecto una primera vez como acto expositivo individual dentro de un contexto tan particular como lo es una casa habitada. El texto de presentación al inicio del proyecto remarcaba que “… la obra es un pensamiento en estado de construcción y la casa opera como caja de resonancia …“ Hoy los ecos de estas acciones siguen reformulándose. No hay duda que esta casa-caja alojó y reveló múltiples posibilidades en un juego atrapante: cambios de formatos y soportes, lecturas, relecturas, metatextos, intervenciones, vinculaciones con el espacio para reformularlo y expandirlo más allá de su significación específica.
En “La Expectativa” Nicora nos presentó desde el dibujo-escritura un relato íntimo y poético que transmutó en un inquietante jardín interior a modo de instalación. En “Logo Mutante” Rota nos sumergió en una experiencia sensorial expansiva del logo como diseño que se multiplicó interviniendo toda la casa dando cuenta de su investigación y proceso. En “Mi casa es mucho más que mi casa” Dolard nos permitió acceder a sus prolíficas relecturas desde la copia de libros, la intervención de su biblioteca y la incorporación de nuevas operaciones de lectura a través del uso del audio y el video.
Hoy La Mansión abre sus puertas para volver a reunirse alrededor de una mesa simbólica que alimenta y provoca. Escaleras arriba se produce un evento único e irrepetible. No hace falta intentar una definición: ya sabemos adónde nos trajo el arte.
El “Proyecto La Mansión” como parte de la clínica de análisis de obra permitió la puesta en práctica de las producciones conceptuales y materiales. Cada uno de los artistas enfrentó en el marco del proyecto una primera vez como acto expositivo individual dentro de un contexto tan particular como lo es una casa habitada. El texto de presentación al inicio del proyecto remarcaba que “… la obra es un pensamiento en estado de construcción y la casa opera como caja de resonancia …“ Hoy los ecos de estas acciones siguen reformulándose. No hay duda que esta casa-caja alojó y reveló múltiples posibilidades en un juego atrapante: cambios de formatos y soportes, lecturas, relecturas, metatextos, intervenciones, vinculaciones con el espacio para reformularlo y expandirlo más allá de su significación específica.
En “La Expectativa” Nicora nos presentó desde el dibujo-escritura un relato íntimo y poético que transmutó en un inquietante jardín interior a modo de instalación. En “Logo Mutante” Rota nos sumergió en una experiencia sensorial expansiva del logo como diseño que se multiplicó interviniendo toda la casa dando cuenta de su investigación y proceso. En “Mi casa es mucho más que mi casa” Dolard nos permitió acceder a sus prolíficas relecturas desde la copia de libros, la intervención de su biblioteca y la incorporación de nuevas operaciones de lectura a través del uso del audio y el video.
Hoy La Mansión abre sus puertas para volver a reunirse alrededor de una mesa simbólica que alimenta y provoca. Escaleras arriba se produce un evento único e irrepetible. No hace falta intentar una definición: ya sabemos adónde nos trajo el arte.
Gabriela Larrañaga
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