Qué excelente idea extender la muestra a la cocina, el baño y los pasillos. La resignificación resulta un gran desafío.
El baño deja de ser un lugar íntimo y personal para entregarse a la lectura del espectador.
La cocina es, en su aspecto denotativo, el lugar donde lo que se crea está destinado a morir entre los dientes, la lengua y el paladar y a sufrir transformaciones rutinarias dentro del cuerpo. Aun cuando lo que se crea goce de cierta estética, esta tiene la función de que lo creado sea consumido más rápidamente.
En este caso la creación tiene sólo una función estética y como tal dialógica.
Esos espacios están actuados como manifestaciones carnavalescas, en el sentido bajtiniano, se disfrazan de lo que ustedes quieren que sean, y el disfraz transforma el afuera en lo que le dictan deseos esenciales profundos, y hasta pueden sugerir una descarga agresivo productiva (como las serpentinas, el papel picado y las bombas de agua que se arrojan durante el carnaval, que producen un estallido de color)
Los pasillos dejan de ser un lugar de paso, un camino que “lleva hacia”, para convertirse en un espacio donde uno puede detenerse, contemplar, interiorizar y releer lo expresado.
Recategorizar esos espacios, sacarlos de su función habitual, apropiarse de ellos con la fuerza y la libertad que caracterizan este proyecto, es un gran acierto, pleno de vitalidad y energía comunicativa..
El baño deja de ser un lugar íntimo y personal para entregarse a la lectura del espectador.
La cocina es, en su aspecto denotativo, el lugar donde lo que se crea está destinado a morir entre los dientes, la lengua y el paladar y a sufrir transformaciones rutinarias dentro del cuerpo. Aun cuando lo que se crea goce de cierta estética, esta tiene la función de que lo creado sea consumido más rápidamente.
En este caso la creación tiene sólo una función estética y como tal dialógica.
Esos espacios están actuados como manifestaciones carnavalescas, en el sentido bajtiniano, se disfrazan de lo que ustedes quieren que sean, y el disfraz transforma el afuera en lo que le dictan deseos esenciales profundos, y hasta pueden sugerir una descarga agresivo productiva (como las serpentinas, el papel picado y las bombas de agua que se arrojan durante el carnaval, que producen un estallido de color)
Los pasillos dejan de ser un lugar de paso, un camino que “lleva hacia”, para convertirse en un espacio donde uno puede detenerse, contemplar, interiorizar y releer lo expresado.
Recategorizar esos espacios, sacarlos de su función habitual, apropiarse de ellos con la fuerza y la libertad que caracterizan este proyecto, es un gran acierto, pleno de vitalidad y energía comunicativa..
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